Es común escuchar por parte de los pacientes en consulta, que llevan años teniendo una úlcera como acompañante de su pierna, muchas veces resignados de ese padecimiento, como si se tratara de un castigo que tocara llevar hasta la tumba.

Lo primero y primordial en resaltar, es que la diabetes es guerra avisada, desde el día 1 que eres diagnosticado diabético sabes que, lucharas una batalla de inyecciones de insulina, donde tu guerrero será el páncreas, en caso de ser tipo I y en caso del tipo II, lucharás una batalla de toma de hipoglicemiantes orales, que harán que la guerra se lleve en paz, entrarás en control con tu endocrino y cumplirás lo establecido en cuanto al seguimiento y evaluación de toda área que ella pueda afectar periódicamente

Sin embargo, es bien conocido que, para muchos de la población diabética, así no la considera, su control de diabetes fue mucho después del diagnóstico o simplemente nunca se ha tenido, y el modo de vida, alimentación, visita al médico, es el de cualquier mortal, sin enfermedades o trastornos. Para ellos, la batalla no se ha luchado con la ferocidad que debería, ¿más la guerra está perdida?

La verdad, es que, aunque existen casos extremos en los que las opciones se agotan. La gran mayoría de los casos de pies diabéticos que se someten en primera instancia a una evaluación cardiovascular, terminan ganando no sólo la batalla, sino la guerra.

Más que artillería debe tener esta atención, para darle batalla a la diabetes por parte del cirujano cardiovascular:

  • Evaluación física, orientada a miembros inferiores, en búsqueda de cambios asociados a lo que el paciente mencione en consulta.
  • Estudio ecográfico Doppler dúplex arterial, para el caso de los pacientes diabéticos, donde la arteriopatía (enfermedad arterial) sea detallada, arteria por arteria, concluida en grado de severidad y en donde es predominantemente encontrada, orientando al cirujano cardiovascular ya en primera instancia si es posible al tratamiento.

Es esencial conocer el estado de las arterias, vasos que permiten que la gasolina (sangre) del paciente, circule hasta los lechos distales (pies) y perfundan los tejidos. Dándonos un claro porque en caso de presentar, cambios de color, pararse al caminar distancias largas (claudicación de la marcha) una herida o úlcera que no cicatrice.

  • Medición y seguimiento fotográfico en caso de presentar heridas o úlcera arterial. Para objetivar el avance
  • Resolución de la arteriopatía arterial (arterias obstruidas parcial o en su totalidad)
  • Ingresar al paciente al servicio de cuidado de heridas, mediante un proceso seriado de curas, y cicatrización dirigida.

Es imposible e incorrecto intentar someter un pie diabético, úlcera arterial o una herida profunda a un proceso de cicatrización si no está garantizado el flujo de sangre a los lechos distales (pies) ya que éste es el garante de generar los cambios propicios para que dicho pie termine en resolución.

Siempre y cuando éstos parámetros básicos, se cumplan y estén garantizados, siendo modificables, en cada caso y entendiendo algunas excepciones, la guerra contra el pie diabético está dada, y la posibilidad de que el paciente conserve su miembro, las úlceras cierren, los procesos infecciosos estén en control y el paciente vuelva a su vida habitual, cambiando algunos hábitos, es bastante amplia.

Habrás perdido una batalla, pero no la guerra